De los cristales de colores que «armonizan auras» a los grupos de investigación de fenómenos «inexplicados» como el Bigfoot, la ciencia basura está por todos lados. Alguna de la misma incluso se ha hecho popular, como la homeopatía, el tratamiendo de dolencias con soluciones tan diluidas que no contienen ingredientes activos. Otra es la astrología, el estudio de los movimientos de las estrellas y planetas que dictan nuestras personalidades y temas cotidianos.
La mayor parte se presentan a sí mismas con un toque de ciencia real o, al menos, con una jerga que suena a científica. Sus vendedores, también, aparecen decorados con el encanto de la ciencia.
Históricamente, los sanadores y chamanes se adornan con símbolos espirituales como máscaras, amuletos y, tal vez, las extrañas patas de pollo. Hoy, muchos aún venden aceite de serpiente, pero a menudo se disfrazan con guantes y batas blancas. Con un poco de fachada, lo sobrenatural se hace científico.
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