Una nueva investigación demuestra que los agujeros negros no son los destructores implacables que a menudo se describen en la cultura popular. En lugar de esto, el gas caliente que escapa de las garras de los enormes agujeros negros podría se una fuente de elementos químicos que hacen la vida posible.

Inmediatamente tras el Big Bang, el Universo contenía sólo hidrógeno y helio. Los elementos químicos más pesados tuvieron que ser cocinados dentro de las primeras estrellas, y entonces dispersados a través del espacio para ser incorporados a la siguiente generación de estrellas y planetas. Los agujeros negros pueden haber ayudado a distribuir esos elementos a lo largo del cosmos.

Los agujeros negros no son monstruos que se lo tragan todo. Hasta que el gas no cruza el límite conocido como horizonte de eventos, puede escapar aún si se calienta lo suficiente.

“Una de las mayores cuestiones en la cosmología es cuanta influencia ejercen los agujeros negros masivos en su alrededor”, dijo el coautor Martin Elvis de Centro para Astrofísica Harvard-Smithsoniano (CfA). “Esta investigación ayuda a responder la pregunta”.

Un equipo internacional de astrónomos ha encontrado que los vientos cálidos procedentes de los agujeros negros gigantes en los centros galácticos pueden dispersar elementos como el carbono y el oxígeno en las vastas extensiones del espacio entre galaxias.

El equipo, encabezado por Yair Krongold de la Universidad Nacional Autónoma de México, estudió el agujero negro supermasivo del centro de la galaxia NGC 4051. Encontraron que el gas estaba escapando de una zona mucho más cercana al agujero negro de lo que previamente se pensaba. La fuente del flujo está localizada a unos 2000 radios Schwarzschild del agujero negro, o unas cinco veces el tamaño de la órbita de Neptuno. (El radio de Schwarzschild es el “punto de no retorno” del agujero negro- aproximadamente 6,4 millones de kilómetros para el agujero negro de NGC 4051.)

El equipo pudo determinar también la fracción de gas que estaba evitando ser absorbida. La fracción terminó siendo más pequeña de lo que los primeros estudios sugirieron.

“Calculamos que entre un 2 y un 5 por ciento del material de acreción fluiría hacia fuera”, dijo el miembro del equipo Fabrizio Nicastro del CfA.

Los vientos del agujero negro se han medido a unas velocidades de 6,4 millones de kilómetros por hora. Durante miles de años, los elementos químicos tales como el carbono y el oxígeno en esos vientos pueden recorrer inmensas distancias, y finalmente ser incorporados en las nubes de gas y polvo cósmicas, llamadas nebulosas, que formarán nuevas estrellas y planetas.

Esta investigación, que usó datos procedentes del satélite XMM-Newton de la Agencia Espacial Europea, informó de sus avances en el número del 20 de abril de The Astrophysical Journal.


Fecha Original: 20 de abril de 2007
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