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Artículo publicado por Viviane Richter el 16 de febrero de 2016 en Cosmos Magazine

Una nueva técnica crea partes que se vascularizan e inervan en ratones en apenas unos meses.

Imagina reemplazar miembros enfermos o dañados con unos nuevos obtenidos a partir de una impresora 3D. Esta posibilidad está ahora a nuestro alcance, gracias a un nuevo método de bioimpresión desarrollado por un grupo de científicos estadounidenses, que han impreso tejidos vivos a tamaño natural que seguían creciendo después de ser implantados en animales.

Pabellón auricular impreso en 3D

Pabellón auricular impreso en 3D Crédito: Crédito: Instituto Wake Forest para Medicina Regenerativa

Gracias a unas impresoras 3D especializadas de alta precisión, las capas de células vivas con formas complejas que recuerdan a tejidos y órganos no son ninguna novedad.

Pero aunque las cámaras cardíacas o los microhígados en placas de petri pueden ser maravillosas para poner a prueba distintos medicamentos en un laboratorio, los investigadores no han logrado aumentarlos de escala hasta el tamaño «real».

El problema es que los tejidos impresos son frágiles, y sin vasos sanguíneos que les proporcionen un suministro regular de oxígeno y nutrientes, no sobreviven los suficiente para integrarse con el cuerpo.

Ahora, el equipo estadounidense patrocinado por el Instituto de Medicina Regenerativa de las Fuerzas Armadas ha encontrado una solución, que han publicado en la revista Nature Biotechnology.

La tecnología que han desarrollado implica imprimir los tejidos con dos componentes separados – un plástico biodegradable que da forma al tejido, y una tinta de gel a base de agua que contiene las células vivas.

La estructura impresa se perfora con microcanales que permiten a los nutrientes y al oxígeno difundirse desde el cuerpo para mantener vivo al tejido, y permite que crezcan en él vasos sanguíneos.

Usando este método, el equipo utilizó su «tinta» celular y el polímero biodegradable para imprimir una oreja de tamaño humano, una sección de tejido muscular, y un fragmento de hueso de la mandíbula de tamaño humano.

Cada parte se implantó en ratas o ratones, y quedó vascularizada con vasos sanguíneos e invervada por nervios, lo que indicó que eran funcionales, en un periodo de semanas a meses desde su implante.

Los ensayos están en curso, y los investigadores aún siguen el progreso a largo plazo.

Un beneficio de la técnica, dicen los autores, es que usa datos de imagen por resonancia magnética y tomografías computerizadas para diseñar tejidos para los pacientes. Para un paciente que pierda, por ejemplo, su oreja izquierda, el sistema podría imprimir una estructura similar basándose en una imagen de su oreja derecha.

“Con un mayor desarrollo, esta tecnología podría potencialmente usarse para imprimir tejido vivo y estructuras orgánicas para implantes quirúrgicos en humanos”, señala Anthony Atala, autor del artículo y director del Instituto Wake Forest para Medicina Regenerativa.